Estoy ante mi propio feretro, pero nadie puede verme. Soy una sombra para los que me rodean. Escucho el tema "videotape" en la sala (al menos mi ultima voluntad fue cumplida) muchas coronas de flores, gente llendo y viniendo.
No me siento triste, mas al contrario, en una paz absoluta. Por mas muestras de dolor que imperan en la sala ( y cuya fuerza es evidente) no me afectan en lo mas minimo. Al andar por los pasillos, me encuentro con dos rostros familiares. No logro recordas nombres, pero si el sentimiento que me une a ellos. Quisiera confortarlos, pero me es imposible. Me quedo frente a ellos, aun cuando no puedenverme pongo mis manos sobre su hombro y algo sucede. Ella alza la cabeza instintivamente pero al no ver a nadie cerca, vuelve a bajarla. Prosigo mi camino, y cual a ser mi sorpresa al encontrarlos a ellos dos, esperandome en el umbral de la puerta, no puedo ver mas alla, porque solo hay luz blanca. Me acerco hacia ellos y quiero abrazarlos, pero me detienen amablemente y me piden acompañarlos. Cruzamos el umbral, no sin antes voltear la mirada y ver esos dos rostros tristes, que tienen la mirada atonita puesta sobre mi.
En compañia de los dos señores, observo un paisaje que parece salido de una fotografia del National Geographic.
Me invitaron a sentar junto a ellos y a ingerir unas bebidas dulces. Ambos me miraban calidamente y me sonreian. Envueltos en una tunica blanca y descalzos, me hicieron recordar los momentos vividos con cada uno de ellos. El primero en hablar fue isaias, el cual hace muchos años nos dejo.
- Enrique, seguramente tienes muchas preguntas, lo cual es normal, pero deja un lado las dudas angustias y todo lo demas que pudiera surgir en el camino.
El camino? Que camino? - Le pregunte a isaias, frunciendo el ceño. Sonríe, ignorando mi pregunta.
Enrique, aprende a escuchar, deja que fluya. Deja de lado esa natural curiosidad propia y disfruta lo que viene a continuacion.