sábado, 12 de abril de 2008

Llanto

Hace un rato, al ir al supermercado, observe a una chica sentada cerca de la entrada. Me llamo la atención por que junto a ella había una niña jugando, sonriendo y corriendo por todos lados. Esto no tiene nada de extraordinario. La chica estaba llorando. Que tan cabrona debe ser su situación, que no pudo evitar llorar en la calle a la vista de muchos curiosos. Su rostro lo decía todo.
Pensé que al salir de la tienda ya se le habría pasado, pero tristemente, seguía llorando, y de una manera muy fuerte.

Y la niña continuaba jugando y sonriendo bajo la atenta mirada de la chica, envuelta en lagrimas tristes.

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