lunes, 22 de noviembre de 2010

Te estoy esperando.

Me aparezco de repente para recordarte que estoy observándote, anotando y registrando cada paso que das. Para bien o para mal, todo lo que haces es de mi conocimiento, nada se me escapa. No intentes engañarme, nunca podrás.
No te asustes, que no pretendo intervenir en tus asuntos, que contigo es suficiente para echar a perder lo logrado, u obtener triunfos, derramar lagrimas o sonrisas. No necesito mover ningún dedo para eso. 
El único error que no debes cometer es subestimarme, nunca, jamas. Por el día menos pensado me presentare ante ti, y tu sabes lo que eso significa.

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