El esta recostado en la cama, los cabellos blancos delatan sus muchos años de sonrisas, alegrías, tristezas y vivencias. Junto a el, la chica llora ante lo inevitable, y trata de ser fuerte, aunque poco a poco se quiebra.
- No te preocupes por mi, hija. El momento ha llegado.
- Ya se papa, pero que puedo hacer? Me duele perderte.
- Por eso te amo tanto pequeña. He esperado por este momento, y he tratado de aprovechar mi tiempo lo mejor que pude. No me arrepiento de nada, y tal vez pude hacer hecho mas, pero pues, a estas alturas, vale madres.
- Ay papa, ni en estas circunstancias dejas de ser un malhablado.
- Lo siento pequeña. El viejo suelta una carcajada que resuena en todo el cuarto.
-Ay papa...
Señorita, disculpe que la moleste, pero su padre necesita descansar, las horas de visita se han acabado- Le dice la enfermera, en el tono mas dulce que puede, aun cuando ella sabe que lo que esta por venir no es muy agradable.
- Te amo papa.
- Y yo a ti, pequeña. No lo olvides, no dejes de sonreír, y no te dejes vencer. Y que la fuerza te acompañe!
Ella se enjuga las lagrimas, y sonreí, al escuchar esta ultima frase.
- Adios papa...
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